¿Cómo interpretar las declaraciones del presidente ruso Dmitri Medvedev ante la plana mayor de su Ministerio de Defensa la semana pasada, sobre la necesidad de modernizar las fuerzas militares para "elevar cualitativamente su capacidad de combate"?
Esa pregunta debe estar circulando por los pasillos de varios despachos gubernamentales alrededor del mundo. Y para contestarla, quizá más de un experto se sienta tentado a evocar viejos fantasmas (como el de la carrera armamentista, o el de una “nueva Guerra Fría”). A fin de cuentas, Medvedev no ha pasado por alto el hecho de que la Otan “no ha cejado en su empeño para instalar infraestructura militar cerca de nuestras fronteras”, y el de la capacidad nuclear es uno de los puntales de su plan de modernización.