jueves, 10 de junio de 2010

Un falso dilema



Si algo queda claro después del incidente de la “flotilla humanitaria” que Israel interceptó la semana pasada, es que una de las principales dificultades para encontrar soluciones y destrabar el proceso de paz en Medio Oriente tiene que ver con un falso dilema. Este falso dilema es el que supone que hay que tomar partido a favor o en contra de los bandos implicados (Israel o Palestina), y que darle la razón al uno, implica forzosamente desconocer los derechos y reivindicaciones del otro.

En efecto, asumir como propia (y atribuir a los demás) una afinidad pro-israelí o pro-palestina predeterminada, ayuda poco o nada a la comprensión de la complejidad inherente al conflicto. Es preciso abandonar el dogmatismo y empezar a mirar el asunto pragmáticamente. No se puede seguir justificando a priori a una de las partes a expensas del interés legítimo de la otra. Así, la defensa de la existencia de Israel —que Hamás controvierte abiertamente— no debería ser un óbice para denunciar el drama que viven a diario miles de seres humanos en Gaza y Cisjordania, como consecuencia onerosa del miedo israelí y el antisionismo palestino.

El maniqueísmo ofrece un campo fértil para que medre todo tipo de extremistas: los que promueven y construyen nuevos asentamientos en zonas ocupadas, y los que patrocinan y ejecutan ataques terroristas en Tel Aviv y Haifa. Y mientras no se supere el falso dilema que de él se desprende, no se hallará la forma de romper el nudo gordiano que ha impedido hasta ahora alcanzar la paz en Medio Oriente. +++

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