lunes, 2 de febrero de 2009

Dos viejos mundos


Tanto el Foro económico mundial de Davos como el Foro social mundial de Belém reunidos hace unos días representan, cada uno a su manera, dos viejos mundos.

El primero, el mundo del capitalismo rampante y la financiarización irresponsable que finalmente han desembocado en la actual crisis económica mundial, acerca de la cual no existe por ahora sino una única certeza:  la de que lo peor está aún por venir.  El segundo, el del discurso vago y revanchista de una izquierda amalgamada en la que caben simultáneamente nostálgicos de la planificación, filoindigenistas, teólogos rebeldes, Chávez, y hasta Lula —aunque a éste, con razón, no lo inviten a todos los debates, porque allí su moderación resulta inevitablemente sospechosa.

El mundo de Davos tiene que hacer contrición y repasar, una vez más, lecciones que han debido quedar aprendidas hace años.  El de Belém, por su parte, sigue sin ofrecer realmente una alternativa, y no lo hará mientras no deje de ser una simple plataforma para la movilización contestataria, la agitación antiglobalización y la propaganda populista.

Ninguno de los dos tiene la respuesta a la pregunta fundamental:  ¿qué hacer con la economía?  Los habitantes del uno tienen una enorme responsabilidad, por cuenta de excesos y negligencias de los que más de una vez fueron advertidos.  Los del otro no tienen mucho qué ofrecer, salvo una efervescente retórica y la nostalgia de una promesa otrora incumplida.

Y entre el silencio de unos y la algarabía de otros, la suerte de la inmensa mayoría sigue en entredicho.  +++

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