martes, 25 de mayo de 2010

Aprendiendo a ser grande



No hay duda que Brasil, de seguir por la senda que inició con el riguroso y metódico esfuerzo de Fernando H. Cardozo, está llamado a desempeñar un papel protagónico en el complejo escenario del mundo apolar contemporáneo. Pero Roma no se construyó en un día, y Brasilia no aprenderá tampoco de la noche a la mañana lo que significa ser una potencia. Mientras lo hace, como un infante que da sus primeros pasos, se tambalea y a veces se cae, siempre con riesgo de causar un estropicio.

Eso le está pasando, precisamente, con el asunto de Irán. ¿A qué horas se convirtió Brasilia en la valedora mundial de Ahmadineyad y su régimen? Cómo se le ocurrió que un tema que ocupa el primer lugar en la agenda de la seguridad internacional puede negociarlo y darlo por resuelto un espontáneo agente oficioso, sin sincronización alguna y al margen del Consejo de Seguridad, del que por ahora es simplemente un miembro transitorio? En qué momento creyó que el apoyo de los turcos compensaría el de las grandes potencias? Cómo pudo hacer la vista gorda ante el impacto que semejante acuerdo puede tener, tanto para la estabilidad en Oriente Medio como para la aplicación del Régimen Internacional Nuclear?

¡Cómo duele crecer y aprender a ser grande! Eric Hobsbawm dijo que John F. Kennedy fue “el presidente norteamericano más sobrevalorado” del siglo pasado. Da la impresión, con lo que ocurre a veces, de que Lula da Silva es, por su parte, el “líder latinoamericano (y mundial) más sobrevalorado del siglo XXI”. +++

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