domingo, 3 de agosto de 2008

Sinomanía



La celebración de los Juegos olímpicos en China a partir de esta semana provocará más de un efecto colateral, no sólo en el campo deportivo y político —donde pueden darse por descontados tanto las sorpresas como los incidentes— sino también en otros ámbitos, como el del imaginario de Occidente en relación con el mítico “Imperio del centro”.

No podría ser distinto.  La relación de Occidente con China nunca ha sido simple:  por el contrario, abunda en paradojas y complejidades.  La idealizó y la descubrió maravillado con Marco Polo, y también con Voltaire, los exploradores victorianos y el presidente Nixon varias centurias después.  La halló esquiva y elusiva, incluso cuando quiso aproximarse a ella reconociendo su otredad, como lo intentó el padre Ricci en el siglo XVI.  La violentó primero con las guerras del opio y luego la humilló sometiéndola a las abusivas cláusulas de los tratados desiguales, de Nanjing en adelante.  La pasó por alto en la primera postguerra mundial, y en la segunda la elevó al solio de las grandes potencias.  Ha coqueteado con ella, le ha reprochado ser como es, y ahora la mira con una mezcla de admiración, ansiedad, censura y recelo, no exenta de temor milenarista.

Habrá que ver cómo influye esta experiencia olímpica en la imagen que Occidente tiene de China, y sobre todo, en su capacidad de comprenderla sin exagerarla.  Ojalá sirviera para moderar tanto las expectativas como las reticencias.  Por ahora, sin embargo, todo lo que hay es una epidemia aguda de sinomanía.  +++

1 comentario:

Juan Sebastián Leiva dijo...

Profesor:

Antes que nada un saludo para usted, me gusta su blog, las entradas son como se supone deben ser: cortas, claras y concisas (cosa que algunos "bloggers" no han entendido). Por supuesto los temas tratados merecen el cuidado que usted seguramente ha puesto al escribir y el interés de quienes los leemos.

Por mi parte creo que así mismo, en el imaginario colectivo de la misma China habrá (y hay ya) muchos efectos, comienza a sentir todas las miradas sobre ella y se da cuenta de la importancia que ha alcanzado. Ya no es la misma que pacientemente esperaba y observaba, ahora protagoniza, impone y logra que Occidente hable de ella, para bien o para mal.

En la historia reciente los chinos se sienten por primera vez dueños de su futuro.