sábado, 25 de octubre de 2008

Los Señores de la libertad


A pesar de que muchos la consideren una institución anacrónica, estamental y antidemocrática, que más valdría guardar de una vez por todas en las páginas de los libros de historia (junto con las pelucas, capas, coronas, báculos y espadas que sus miembros —los Señores espirituales y temporales del Reino— portan aún en las solemnidades), la Cámara de los Lores del parlamento inglés acaba de justificarse —por largo rato, ojalá— al forzar al gobierno laborista a retirar una propuesta de ley que ampliaba a 42 días el término de detención preventiva (sin formulación de cargos) para los sospechosos de terrorismo.

La genial idea, que los Lores consideraron “innecesaria, indeseable e impracticable”, habría supuesto el más contundente triunfo de los mismos terroristas cuya actividad estaba destinada, presuntamente, a contener.  A fin de cuentas, Al Qaeda ha dejado en claro más de una vez que su aspiración final (y escatológica) es la destrucción de Occidente:  algo difícil de lograr por medio de bombas y suicidas, pero relativamente fácil de obtener si las sociedades liberales renuncian, víctimas del miedo y de la paranoia, a la defensa de sus ideales y valores más propios, como la inacabada aspiración a desterrar del ejercicio del poder la tentación de la arbitrariedad.

Por fortuna, los Lores supieron preservar el patrimonio de la nación que se inventó el habeas corpus.  Un patrimonio cuya defensa es la mejor estrategia para enfrentar y derrotar la amenaza terrorista dondequiera que ésta emerja y quiera ensañarse con la libertad.  +++

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